lunes, 1 de septiembre de 2014

Obsolescencia digital… ¿en la Red?

Obsolescencia digital… ¿en la Red?
Desde OvalDsign nos proponen un tema muy interesante que seguro te hará recapacitar sobre ciertas cosas: la obsolescencia digital aplicada a la Red. Un artículo como invitado que han escrito a continuación para este blog. ¡Gracias chicos!



Obsolescencia digital… ¿en la Red?

Todos hemos pensado en algún momento que "antes" las cosas duraban más. Sabemos que la manipulación intencionada de los productos para acortar su vida útil recibe el nombre de obsolescencia programada. Pero tal vez lo que no hemos pensado es como afecta este fenómeno en el medio digital. Y mas aun, como interferimos nosotros, socialmente, en este proceso.

Para que se de la cualidad de obsolescencia en un artefacto o creación debe preceder al acto de sustitución, ser mas practico o cómodo para las personas, cosa que no implica que haya perdido utilidad

Si trasladamos esta premisa al terreno digital o generado por computadoras, el motivo del cambio suele ser económico, y a escala mundial. Sirva de ejemplo mi propia experiencia personal. El progreso tecnológico y el interés familiar permitió que a los diez años realizara ya mis primeras presentaciones con procesadores de texto, que podía almacenar en los ya obsoletos disquetes. Aunque se perdieron en el tiempo les considero como mis primeros documentos digitales, puesto que fueron creados con el sistema de codificación propio de las computadoras.

Es un hecho aceptado que el hardware y programarios de esa época han quedado totalmente obsoletos, a medida que las sociedades han introducido las computadoras en su vida diaria: a mas producción mayores necesidades técnicas, mayor dependencia del mercado y mayor estandarización. ¿Significa esto que ya no existen los disquetes? Por supuesto que no. Pero para que vamos a utilizarlos si tenemos internet...

Si hace veinte años hubiera podido exportar mis creaciones al formato pdf o jpeg aun podría disfrutar de mis dibujos, compartirlos en mis redes sociales y hasta armar un libro digital con ellos. No necesitaría guardarlo en un disquete, estarían siempre ahí... O almenos eso pensamos. La aparición de formatos estandartes digitales ha permitido unificar y facilitar el trabajo y compartido de archivos de todo tipo, la mayoría de los cuales son luego utilizados en la red. ¿Pero quién nos asegura su pervivencia con el paso del tiempo? Y aunque nos adaptáramos incesablemente al cambio tecnológico, el cual implica también una adaptación social... ¿Quién nos asegura el destino final que se les daría en este medio?

La llegada de internet rompió todos los esquemas sociales y económicos establecidos. A pesar de introducirse relativamente despacio en los hogares, cultura y en el mundo laboral poco a poco la red se habría un nuevo mundo. Una nueva estructura en la cual estamos basando cada vez mas nuestro crecimiento y memoria histórica.

La digitalización de contenidos consiguió la eterna juventud a través de internet. Con el uso de la red ya no existen problemas de conversión de formatos. Sabemos por las estadísticas que actualmente un tercio de la población mundial ya usa internet a diario. Y las redes sociales, casi inexistentes hace tan solo una década nos han vuelto más exigentes y críticos.

La sociedad del consumo evoluciona un ritmo frenético, cuanto más si este consumo es gratuito, accesible a tan solo un clic de distancia. Y internet es el medio ideal para los insaciables consumidores de contenidos. ¿Són entonces estos documentos realmente tan perdurables en el tiempo como creemos? ¿Cómo calcular su utilidad en el tiempo?

A diferencia de otros sistemas de almacenaje internet es, ante todo, un medio donde estas informaciones y contenidos se transmiten. Y se transmiten a nivel mundial e incontrolable. Tal vez el problema no sea tanto la perennidad de los formatos digitales sino el uso que damos a los documentos y su modificación a lo largo del tiempo, así como su nivel de accesibilidad. Muchos son los esfuerzos de los que trabajamos en el medio para mantenernos al día de esta espiral de progreso sin limites, donde solo resisten los mejor preparados.

Esta selección no solo afecta al contenido del documento sino también al documento en si. Tomemos el simple ejemplo de los cambios en el diseño web quien hace esfuerzos por adaptarse a través del diseño responsivo. Este nuevo modelo de estandarización de componentes está dejando obsoletas las webs tradicionales, antes consideradas imperecederas, porque no aplican las reglas de usabilidad que los grandes como Jakob Nielsen llevan años pregonando por todo el cyberespacio.

El peligro inmediato no es tanto el futuro que nos depara el cambio tecnológico. Sino mas bien poder seguir guardando de manera efectiva nuestros documentos y sobretodo, hacerlo de manera útil a ojos del Big Data. Antes de que tomáramos consciencia de que nuestras vidas se perdían sin control en la red, esta llegó a altos niveles de saturación de contenidos sin utilidad que a pesar de seguir ahí, damos ya por perdidos.

Por suerte la evolución no solo tecnológica sino también de profesionales del medio digital. Por lo que respeta a la calidad de contenidos que se filtran a través de los buscadores, ahora Google y compañía se encarga del trabajo sucio. No en vano en marketing digital la tendencia de los últimos años es la generación de contenidos de alta calidad, originales y sobretodo, gratuitos. Algo que hace diez años ni siquiera pensábamos. 

Pero ¿és esto lo que queríamos o llamábamos libertad? ¿Pérdida de memoria colectiva? ¿Reglas universales que limitan el uso y control de nuestra creación digital? Seria extraño considerarlo así, teniendo en cuenta que internet siempre ha sido una red abierta con protocolos abiertos, una creación cultural que entre todos hacemos crecer. Y que por lo tanto, deberíamos autoregular de alguna manera antes de que los de arriba nos digan como hacerlo.

La red cada vez es más efectiva para encontrar respuesta a nuestras necesidades de consumo, y no debemos preocuparnos por si pasamos los limites de lo que vamos desechando. Es así como fomentamos el olvido y la obsolescencia de nuestros documentos digitales. Pero en el mundo digital como en el real, todo tiene un precio. ¿Debemos concienciar a la sociedad, empezando por nosotros mismos, que no todo en la vida es para usar y tirar? ¿Cómo imaginamos el futuro de internet y nuestras creaciones digitales dentro de 50 o 60 años? Lo que es seguro es que si este articulo es consumido habré logrado mi objetivo ;).



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